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Industrialización

LA CASA Y LA CIUDAD

La casa, el refugio de cada uno de nosotros, debe relacionarse con la ciudad y producir nuevos encuentros con el contexto urbano en que se inserta. Pero, al mismo tiempo, debe manifestar una cierta condición enigmática de lo que ocurre tras sus paredes y cerramientos que proteja a sus usuarios tanto visual como funcionalmente.

Cuánto se debe entrever la actividad en la casa desde la calle y cuánto el funcionamiento de la casa debe defender su condición más privada del resto de vecinos es una cuestión que siempre merece una nueva relectura.

LA CAJA CERÁMICA

El frontón recto que sugiere la celosía cerámica termina el pórtico de la planta baja en el contacto con el cielo. Sugiere la capacidad de abstracción similar a la de un templo griego a través de su geometría y juego de líneas. Si en la Grecia clásica era necesaria su resolución triangular por la obligatoriedad de ejecutar las cubiertas inclinadas, hoy ese mismo frontón puede ser recto puesto que podemos solucionarlo a partir de cubiertas planas. La relevancia de este elemento clásico en el que se contaban escenas enteras emocionantes de algún mito muy conocido, como el nacimiento de Atenea en el Partenón, supone en la Casa Farol contar también la diaria y emocionante vibración de la luz al atravesar la geometría cerámica. La Casa Farol pretende contar la historia del sol, cambiante a partir de la luz que nos llega, cada año.

EL BARRO QUE MOLDEA LA LUZ

La planta superior se ha resuelto con una envolvente cerámica en todas sus fachadas, dotando de una rotundidad y claridad al proyecto. La sencillez constructiva desarrollada -y patentada- en este proyecto resuelve un mundo interior complejo. La piel cerámica se aproxima y separa del cerramiento de las estancias para lograr un mundo de situaciones intersticiales donde la celosía se comporta de diferentes formas. El límite entre interior y exterior vuelve a desdibujarse para entrar en un mundo de situaciones intermedias que aportan riqueza a la experiencia en la casa. El juego de luces y sombras y la percepción del paso de las horas del día reafirman nuestra relación con la biometría, con nuestra parte del yo matérico, biológico. Pero, al mismo tiempo, la amabilidad con que la luz penetra en las estancias nos aporta una condición espiritual que completa nuestra experiencia vital.

LIGERO Y MASIVO. UN FAROL HABITADO

La percepción de la celosía desde el exterior también es cambiante. Una opacidad exacerbada, un conjunto de reflejos, tonalidades y texturas que abarcan un amplio rango de matices, así como la capacidad de transparencia que posee al caer la noche, cuando la luz del interior se proyecta hacia el exterior, manifestando un sinfín de posibilidades y variables que, una vez más, convierten esta solución sencilla en una casa compleja. Un farol habitado.
LIENZO CERÁMICO. LA TÉCNICA

La celosía está formada por dos módulos cerámicos: uno de formato cuadrado y otro rectangular, a media cara, por lo que la suma de dos medias piezas completa el formato mayor. La unión entre las piezas se produce mediante una junta seca imperceptible al ojo humano, por lo que el tradicional mortero de agarre propio de la unión entre dos piezas cerámicas desaparece. De esa forma, las piezas cerámicas se apilan, como los antiguos sillares en masa de los templos griegos, sin junta de mortero, a hueso. Se enmarcan en un bastidor metálico a modo de cuadros, de lienzos cerámicos, como si un pintor hubiera esbozado diferentes variantes de la misma composición. Si bien los romanos nos enseñaron a emplear la argamasa para la unión entre dos piezas de ladrillo, la capacidad de la técnica actual permite la desaparición de la unión, produciendo una fricción, o tensión, entre la materia cuya vibración se traslada a la tensión de la pieza colocada en el paisaje urbano.

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