Impluvium
Vivienda unifamiliar
Finalista categoría
Vivienda unifamiliar
Arquitectos
Iñigo Beguiristáin Repáraz, Jokin Lecumberri Larrea, Antonio J. Cidoncha Pérez
Fotografías
Iñaki Bergera, Jokin Lecumberri, Miren Celayeta
Año
2021
Material
La Paloma
Se parte de un único requerimiento, una vivienda en una planta, en una parcela reducida y sensiblemente cua-drada, con uno de sus lados abierto a una calle estrecha. El entorno, un núcleo rural de baja densidad típico de La Ribera de Navarra, se caracteriza por la heterogeneidad de sus edificaciones, con la desarraigada aridez y los tonos lavados de sus fachadas como único aglutinante del discurso urbano. En este contexto, la estrategia se apoya en la negación del ámbito, con una fachada sutilmente muda y la reivindicación de la nueva arquitectura para dotar de interés y calidad ambiental a una vivienda, introvertida, que se mira a sí misma.
Alumbrado por la evocadora imagen del Impluvium romano, el proyecto se estructura inevitablemente en torno a un patio. Un vacío que replica y regulariza la geometría autónoma del solar original y, a modo de troquel urbano, busca dinamizar y articular el espacio doméstico. Una estructura nítida, sugerida por Kahn, que establece una jerarquía evidente para los distintos usos de la casa. Las dependencias de servicio se arrinconan en las cuatro esquinas, liberando para las estancias más nobles del programa los espacios que gozan de mejor iluminación y ventilación. Las paredes móviles de vidrio y madera animan la sucesión continuada de espacios, abiertos y cerra-dos, cubiertos o no, en la que los límites se diluyen definitivamente cuando el patio, ocasionalmente, se abre a la calle e introduce el pueblo en la casa.
Este acto de apertura inspira la construcción y materialidad de la vivienda. El ladrillo que viste la mitad de las fa-chadas de Cintruénigo se extiende por suelo y paredes, configurando un basamento homogéneo con clara iden-tidad estereotómica. Su condición de envolvente exterior abunda en la idea de continuidad espacial y disolución de los límites, incrementando la sensación de amplitud de los recintos interiores. La imprescindible presencia de la madera interrumpe ocasionalmente la continuidad de la fábrica para resolver compartimentaciones, aportando la necesaria calidez al hogar. En otro orden, una estructura porticada de hormigón armado se apoya en los muros de carga perimetrales, revelando su naturaleza tectónica, y sostiene la cubierta. Entendida en continuidad con las fachadas del patio, asume toda la expresividad que se niega a la portada principal. Así, coronando la construcción, una lámina de cinc se posa con naturalidad sobre las oblicuidades de la techumbre y resuelve eficazmente los pliegues de su compleja volumetría, evidenciando una clara voluntad de desmaterialización y descontextualización.